Y tantas ballenas noruegas a la distancia
la verde tundra esbozó una tempestad paralela.
El más absurdo teatro se infestó de lunáticas familias albinas y risas escuetas.
El carmín de su aroma reclamó al mundo con desdén.
Exigió de mis adentros un tanka y un haikú.
Y si alguna vez regresara a la tierra juré crearle una mezquita entera de literatura.
Mi literatura que cabalga sola en las agresivas olas del universo y en las páginas eternas del alcohol, en las notas de Chopin y en las noctámbulas alas de su vientre.
Si esta noche no me abate el desierto de Caín, la luna se verá avante.
Despertará con estrépito y a modo de culto ofrecerá su luz a tus fervientes noches de expedición cósmica.
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