lunes, 27 de diciembre de 2010

Sangre en altamar

Marquesina de rosarios, de nocturnos. Santa euforia bendita en los descensos al infierno, a las aguas catárticas del continente americano. Plebeya y prismática morada de los acuáticos. Aquellos hijos de poseidón, fieles artilleros de ferry y sodómicos cruceros. Moribundo el tiempo, de rodillas a la infamia, al aleteo marino de la última batalla, ve pasar los siglos. Sangre de mi sangre, el regreso al mar es inevitable.