domingo, 30 de noviembre de 2008

El Castigo de Venus (Fragmento)

La puerta era de madera al tocarla se filtraban las termitas. De abajo hacia arriba se recorrió la cadena hasta desclavarse del candado. Fue para entonces que Aragón se dio cuenta que su amigo la estaba abriendo lentamente. La puerta dio paso, y entre el polvo de lo viejo, apareció el gesto humilde de su amigo.
Magdo era un hombre adulto hecho y creado para recrear memorias del pasado. Lentes circulares perfectos, nariz recta para señalar al culpable, labios cálidos y una cabellera ondulada, donde la frontal estaba repleta de cenizos blancos deseos. Le sonrió y estrechó su mano con suma corrección.
—Cuánto tiempo sin vernos, Aragón.
— ¿Unos cien años no crees?
—Con eso de que tú te encontrabas al otro lado del muro de Berlín.
— ¡Ah, cómo me lloraste! Desde los sesentas hasta el otoño del 89 cuando nos volvimos a ver. Recuerdo que dos veces te contaron como una persona muerta. Habían dicho que eran setenta y un muertos cuando fueron los sesenta y nueve. ¡Qué bien la hacías de alemán, cuando te convenía!
—Así es —reía como si la nostalgia hubiera aprovechado la oportunidad —las mentiras que nos contamos ¿Verdad amigo?
—Todavía mientes tan bien.
—Sobre todo tú ¿Pensaste que yo creí siempre que en tu cama había miel y cera para que todos los días estuvieras embalsamado? Ni te creas tanto, Alejandro Magno.
Rieron hasta comerse los dientes, la picardía primero.
En el patio de la entrada había un sauce rejuveneciendo, tomando lentamente los vapores de los girasoles. Era el centro del universo. En el costado derecho del sauce estaba uno de los tantos cuartos místicos, lo pasó hacia el comedor y cocina. Siempre Magdo tenía doce sillas y doble par de cucharas, no estaba de más tener en casos de emergencia. Las paredes oscuras para espantar a los alacranes, y sobre todo, un reloj que era la cabecera de la puerta donde se estuvo arrancada. Las manecillas se leían al revés, era especialmente para los zurdos. Tomaron asiento. La ventana estaba frente a ellos, donde se reflejaba una maldición que Magdo hizo para que nunca entraran los lagartos y demás animalejos a comerle sus flores negras: lluvia.
—Me encanta ese conjuro que hiciste —comentaba Aragón mientras sorbía su té, en punto de ebullición exacto, sin más dulce ni menos flor.
—Todo por las flores. Hago todo por mis flores. —Miraba por el reflejo. —Son las únicas que me tienen cariño, ni siquiera una mujer me viene a visitar.
—Pero tienes a Armiño.
—Claro.
Armiño era una pequeña lechuza blanca que él adoptó en tiempos de invierno. La encontró cuando ella se protegía de los humanos por debajo de una cúpula. Para entonces al hombre le encantaba vigilar el museo —antes de que lo despidieran— y su inquietud era por conocer la arquitectura. El pájaro estaba echadito, entumido sacudiendo sus alas. Lo tomó como bebé y lo llevó a un lugar seguro.
—Tanto tiempo y Armiño me hace sombra. Al menos me hace sonreír.
—Con eso de que me intentaste matar lanzándome al tsunami de Sumatra, sino hubiera sido todavía tu fiel amigo.
—Querías conquistar a la turca. Yo te ayudé.
— ¡Pero ya estaba ahogada!
—Hacerle compañía era sano. Al menos hubieras tenido una feliz navidad ¿No crees?
—Me la pasé nadando, escupiendo cabellos de los muertos. Además para entonces yo era fiel... a esa desgraciada.
— ¿Ya no son agua y veneno, tú y Yamilé?
—No. Ya no.
— ¿Y te duele tanto?
—No hablemos de la desgraciada.
—Duraste más tiempo con la de Babilonia. No le lloraste tanto.
—Pero Yamilé es Yamilé.
—Ni que haya sido la mejor vampiresa.
—Era persa.
—Esas muerden de más.
—Olvidemos a Yamilé ¿Quieres?
—Está bien, solamente dime por qué regresaste, por qué no te fuiste a Canadá, como pensabas hacerlo desde años.
—Por la desgraciada... —el ácido del reflujo recobró energías, mas Aragón pudo contener la bocanada. Tragó, amarga como el presente en el que se cuestionaba. —Ágata me avisó que ya no podía revivir, como en otras ocasiones lo he logrado.
—La primera porque tu mamá se murió en el parto y tú te ahogaste... la segunda cuando apareció la epidemia de la langosta; la tercera, en el mar. La cuarta cuando los romanos fueron derrotados por los ostrogodos... la cruzada la quinta. Segunda Guerra Mundial... ya son más de cinco ocasiones. ¿Qué no te cansas?
— ¿De?
—De tanta tragedia.
—Y te faltó el complejo de Edipo.
—Ingrato.
—No es necesario que lo digas, lo sé perfectamente. Simplemente necesito vivir, sabes que todos los pobladores sin mí, son una fuente destructiva. Entiende. Por mí has vivido, también los científicos.
—Con eso de que sabes tanto, te sientes un dios.
—No soy un dios, ni siquiera sé de dónde vengo.
—De una mujer egipcia.
—Eso dicen todos.
—Dudas demasiado.
—Algo.
— ¿Y yo qué haré, quieres renacer, que te ayude a cambiarte los pañales?
—Soy la mitad apasionada de Venus. Venus me ama y mi astro la ama... mas Yamilé dejó la maldición de Leo... entiende... para quitar ese hechizo, necesito sacrificar una chica de Venus, mi zodiaco se lleva bien con ella. Al darle el sacrificio es como si fuese una prueba de amor.
— ¿Ya no conocerás a una mujer para quererla?
—He conocido a tantas, no es necesario enamorarme de alguna.
— ¿Y qué, quieres que te presente a una mujer? De ninguna manera será una amiga... son personas valiosas, no quiero que se arrimen a un desgraciado como tú.
—Desafortunadamente la conoces.
— ¿Quién es?
Del bolsillo derecho del abrigo sacó el pétalo de adelfa, y de su palma se la entregó a Magdo. La flor había contenido polvos blancos y una fragancia inolvidable. Entonces el hombre olió, buscando el autor de ese olor.
— ¿Si reconoces quién es la persona? —Sonreía Aragón.
Seguía en la búsqueda...
—Es una niña, una criatura inofensiva, tan inocente, que, juro que ella nunca ha sido feliz con un hombre. Parece que viene de padres y de familia unida. Fina, de movimientos atolondrados y de grandes ideas, cabellos cortos.
—Dana Salas... —decía asustado Magdo — ¿Quieres...?
—Es la elegida. La única que no le causó molestias la adelfa. Conoce a la perfección las cosas extrañas del mundo y el arte en general.
— ¿En serio quieres fragmentar a esa bella mujer?
—Esa niña es la que tiene lo necesario, naciente de Venus noble, majestuosa, imbécil. Ella caería fácilmente a mis brazos, tal vez daría la vida por mí.
—No lo hagas. A ella no le hagas nada malo.
— ¿Tienes otra posibilidad?
—No conozco a otra dulce mujer semejante a ella. Simplemente es hermosa.
— ¿Qué prefieres, tu vida o la de ella? De todos modos si no me ayudas, yo moriré, igualmente tú, y los de la secta Corvus ¿No quieres vivir otro tiempo, ser el científico que siempre has sido?
—Pero ella no lo merece —calló —. Es hermosa, es gentil, tiene energía de la que quisiéramos tener. Un poder excepcional. Apenas es una joven de dieciocho años. No tiene por qué pagar platos ajenos. Me rehúso.
— ¿Y qué harás para impedirlo?
—Comerte.
—Primero mira tu brazo izquierdo. Levanta la manga y verás lo que nos ocurre.
Obedeció. Levantó lentamente la manga y de la primera vena vista de la muñeca se iba formando una raíz de piedra. Al ver que la raíz se iba abriendo, seguía el camino hasta toparse con un pocillo, un hoyo negro que se hacía en el doblez del brazo.
—Nos estamos desintegrando —decía Aragón, serio. — ¿Quieres seguir muriendo?
Magdo se veía impresionado, asustado. Todavía tenía algunas pruebas que presentar en los laboratorios, hasta obtener un reconocimiento sobre su investigación. Se aferraba, el dolor era extenso, demasiado para su realidad.
— ¿Ella es la elegida?
—Así es, la elegida.
— Tengo miedo...
—Yo también. Todos dependen de mí... ¿Prefieres ver a diez mil muertos, a una muerta, a cambio de un sacrificio necesario?
—Ella.... ¿Por qué ella? Pequeña luciérnaga, llena de ternura, de conocimiento, de poder... ¿Por qué tuvo que ser?
—La única capacitada...
—No hay mujeres de esas en esta vida... en mil años no encontrarás una como ella.
—Eso siempre me han dicho, y en cada camino, siempre hay una serpiente que envenena, aunque sean pequeñas dosis.
—No estoy refiriéndome a eso. Me arrepentiré de esto... pero si es por Corvus, y por muchos, debemos sacrificarla.
—Eso es lo que he aprendido en toda la vida: no tener corazón para uno, sino para miles. ¿Qué pasa si ella muere? Será únicamente un abono para la tierra, una pequeña fracción mundana. Por algo no deben temer a morir: son nada. La nada verdadera.
—Ha dejado tanto en este mundo.
—Malo que no lo haya hecho. Ya hizo lo necesario. Ahora es necesario que sirva para algo, de manera material. Debo dar su sangre, y convertirlo en una sustancia en honor a Venus. Quiera o no, es nuestra salvación.
— ¿Y qué quieres que haga?
—Dámela, solamente quiero tratarla. Y cuando vea que ella se encadena, la poseo, le doy muerte, como en varias ocasiones hemos dado a los que no merecen vivir.
—Ella merece la vida.
— ¿Qué me gano con eso? Solamente es un humano. Una criatura distraída.
—Algún día dirás lo contrario.
—Perdóname. Necesito conocerla. Llévala a donde vaya, dame todo lo que sepas de ella. Su dirección de casa, a dónde va cada mañana, tarde y noche. Decirme todo.
— ¿Sabes dónde estudia verdad?
—Sí.
—Trátala allí entonces.
—Tráela el sábado. En el lugar donde siempre nos encaminamos junto con César. Este sábado debo tratarla, y ella debe enamorarse.
—Me sentiré tan mal...
—Es el ciclo de la vida... ¡Vamos! Hemos visto morir a muchos seres queridos, no creo que sientas tanto por una damita.
—Fíjate que sí lo sentiré.
—La vida sigue... bien, tengo que retirarme, acompáñame a comprar la cena...

El Hereje (Fragmento)

La cantera había dado sombra a la ciudad sin tomar en cuenta el crepúsculo creciente, no le importaba cual ánimo estuviese el anochecer, simplemente se dio por cuestiones matemáticas del cielo. El pasadizo secreto jamás había sido descubierto, al menos eso siempre creí, los mismos vampiros lo usan para esconderse de los cazadores. Yo no lo he optado para ello, simplemente es el sendero que lleva a mil caminos, a veces por ningún sitio, sin embargo, el perderse por la atmósfera hace que se pueda reconstruir las fases del atardecer. La sal era un elemento para la magia, también la pimienta, algunas ocasiones era el algodón y la plata —pocas ocasiones—, todo el dulce de este ilustre campo no es más que la que uno dibuja en su contorno. Me duele el brazo, también la hiel, un poco más la primera. El golpe fue cuando de voluntario me condené:
— ¡Oigan soy hereje!
No me creyeron, tanta belleza en ese rostro tan fino no podía ser sincero. Me dieron veintidós días para juzgarme, nunca conocí a la mujer, ni tanto por la condenada alquimia, simplemente decían que si hacías tal acción eres considerado hereje. Durante un mes me dejaron y me invitaron al sermo generalis... fue gracioso, sobre todo el castigo que el veredicto me dio:
—Garras de gato.
No me dolería, obviamente. Raspones, pulsos, cuchillas que se injertaban en la piel, deslizo lento, evaporando el agua contenida en la cutis. Lentamente formaban el tatuaje, y así, levemente, me deshacía en el dolor infinito, habiendo muerto, como se suponía que debía morir.
Pero no, como siempre, nunca muero...

domingo, 23 de noviembre de 2008

Melodrama (Complejo de Edipo)

Te quiero extrañar
sin melodrama,
sin previo aviso,
solamente te quiero extrañar
para cuando regreses
vuelva a abrir el libro prohibido:
la necesidad.

Té Inglés

Empaca, lo prometo, no diré tu nombre
quédate en todos los sueñosy vete cuando mis ojos no mueran
¿por qué irse cuando está Pompeya, Camelot, Babilonia, Berlín y el Álamo?
Y Yo.... que te adora
¿por qué irse cuando están las fuentes
los calendarios, los versos y las estrofas?
Empaca
Prometo no decir tu nombre
¿No quieres dormir en el mismo techo?
Soy tu persa, tu lobo, tu oído zurdo
puedo cuidarte en madrugada con estrellas solares
Empaca
No prometo decir tu nombre
Empaca:
Hoy el té está muy frío.

Líbido

Tomo de tu cuello
hasta embriagarme con el acidez del anís
¿Estoy buscándote?
No es necesario aclarar que te necesito
¿Cómo terminar la polifagia?
Solamente con el beber de tu país
Soy xenofóbica,
pero contigo hago la excepción...

¿Dónde quedaron nuestros sabores?
Las cajas del baúl están secas
y vosotros no somos creyentes de Rasputín
¿Dónde quedó el maíz
si de ese maíz solamente consumimos la cursiva del vaso?

Solamente necesito de vos
y de tu voz no hay un eco híbrido
¿Qué se hizo contigo el manantial?
Afrodita me lo negó
y Thor siempre me pidió que de ti no bebiera
¿Soy Dionisiaca, o Polifagia?

De esta noche la copa se llena
no es una gota, ni trescientas
es dos partida en cuatro:
una para la belleza de tu espalda
dos para la sombra de tu creencia
tres conmigo
y cuatro la siguiente amante.

El Tiempo

Estaba en la mitad del cielo, en la cuarta parte de una nube aurora y en dos mitades que repartían un pasado. Así que sin demora alguna seguí esperando y esperando a una persona ordinaria. Entre el suelo y la atmósfera me quedé para encontrarla, y sí llegó; lo malo es el tiempo que nunca me esperó.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Envenenado.

"El loco hierra pero no miente,
además tiene la peligrosa
manía de decir la verdad."
Leopoldo María Panero.
Cruza!!!! la esfera híbrida del rostro ajeno.
Cerrad los ojos a la conquista pálida...
Alejate de la viruela escueto escudero.
Cabalgata, clamor, rabia.
(estirpe de la culebra)
cortina inmune.
El gran usumacinta
besa los triples cuernos
del brujo (medicine man).
Fauvistas para la cena
buques de sal, nativos americanos
el conjuro impacientado de los traidores.
Aprenderás a joder tus puertas
burlarás las fronteras insanas
devastadas y perdidas.
El veneno de la última
gota blanca de su pecho
te beberás.
Y reirás como un hijo de puta
después de haber violado
el sacro misterio de entre sus faldas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Las Variantes de la Bestia (cont.)

Segunda Visión: Concesiones

I
Recuerdo que una sombra me dio una vez un libro negro, cruel y homicida, ame sus letras y sus líneas de tinta hecha con sangre de vírgenes y deformes suicidas, allí encontré un pasaje similar a aquella ocasión que ahora recuerdo, como un homenaje a ese primordial libro…


Recorriendo los eriales astrales de nuestra perdición, añorando su funesta desolación, disfrutando de gramática depravación, devorando su onírico ser; así me hallaba un anteayer cuando escuche a tres arpías cantar con ideal melancolía, una extraña melodía:

“Por que tres veces tres no es igual a 666
y tres por tres no es igual que sumarle seis.
Por que valor mas virtud no es igual a tres
Y dos veces tres no es igual a decir 33”

- ¡Valido seria aspirar a tal sapiencia!- les dije, más las arpías desdeñaban mi presencia, así que decidí entonar un canto que forje en la ingenuidad de mí ahora lejana juventud:

“Cierzo, ve y de las oscuras aguas del leteo,
trae el que a de ser el único consuelo
de estas penosas y tristes criaturas,
su única esperanza,
una amarga ilusión,
velo de lo etéreo:
Agridulce Nepente
que Eros ciego vertió
más, condenados están,
solo un espejismo será,
un intangible suspiro,
hechizo ausente,
invocación presente.
Solo eso será:
¡Maldición!
Tristes criaturas
beberán el nepente
y han de olvidar,
olvidar y creer
aunque solo sea por un breve instante.”

Ahora las arpías rugían con la risa de la demencial concordia que proviene de la mismísima sombra y de la podrida semilla, pronto comenzaron a volar alrededor mío, sus alas de negras plumas rozaron mi rostro y le laceraron dolorosamente, pero entonces tome a una por el cuello y en sus labios de verde esmeralda implante un cruel beso, ante esto, ella y sus hermanas gimieron como lo hacen las tiernas doncellas al ser desfloradas. Entonces reemprendieron su vuelo, pero ahora iban con cara amorosa y se iban acercando entre si y a cada encuentro le seguía un dulce coqueteo, sentí la lidivinosa ambición apoderándose de las tres, ¡ah que portentosa fuerza se fue desplegando entre sus alas y mi cuello!
Emprendí el camino a una colina hecha de culebras amarillas y cráneos desgarrados, y ya en su sangrante cima grite los nombres de las tres danzantes: Desolación, Inmundicia e Ironía.
Planearon hasta donde mi voz las convoco, descendieron dándose mordiscos en los carnosos cuellos, en los suaves pero firmes senos, El velo de la fornicación cubrió las cuatro sombras sobre de la colina; disfrute dominando sus deseos, Les ame cuando me arrebataron los harapos que llevaba, cuando sentí sus colmillos clavarse en mis brazos, sus uñas rasgando las cicatrices de mi espalda, y sus lenguas quemando mi boca al tomarlas de las caderas con furiosa voluntad, las lunas muertas surcaron los cielos mientras que, desde sus muslos gimoteaban una y otra vez. Mientras sus brazos me dilataban el torso y sus alas se abrían y cerraban al compás de sus extáticos suspiros. Y vi los escorzos de sus cuerpos, mientras sus ojos me suplicaban con inmundos gorgoteos. La masa de carne y sangre que formamos siguió convulsionando todavía un buen tiempo...

Hasta que con un grito, que fue mas una percusión, los cuatro sellamos el pacto, desde entonces, ellas son mis mensajeras y yo su profeta. Yo les di una arenga un punzón y un credo; ellas me dieron un manto rojo, sobre el cual colocaron un jubón de negra piel y en mi cabeza un turbante negro, mis pies calzaron con unas botas del color de las noches, me despedí de ellas con un dulce regalo: otro canto, pero que ahora no es pertinente recordar, es para otros tiempos, tiempos de despedidas y promesas, por ahora, básteme el decir que las hermanas arpías remontaron el vuelo desde la colina ahora blanca, morada y aun mas sangrante en su cima, pero antes de dirigirse a los rincones ocultos del firmamento, desde su vuelo, me regalaron un destral y al unísono dijeron:-Para cuando nos llegue la hora del reencuentro.

-Que así sea.- Les conteste antes de emprender mi camino hacia la costa hacia donde Apolo se repliega cada noche; ya sobre la senda, vi las tres formas aladas dirigirse cada quien a un plano del desfasado infinito.

Pero aun no llega la hora del reencuentro.

II
¡Que sucede ahora?
-La luz gotea del techo
la luna emana del cielo.
Deformes niños cantan
Y giran sobre si-
¿Que cantan?
-La verdad sangra,
la carne se funde en el vacío
El dolor se enmaraña
al triste encino
El nepente trae olvido
y el cierzo trae consigo
la memoria enfebrecida
que se debilita en agonía-
¿Que vez?
Veo el Olvido en
rostros hendidos
y lugares del pasado
risas de agonía
gritos de lujuria
incansables ironías
Lagrimas enlutadas
Hojas que cayendo,
susurran desconcierto
y pasto creciendo
en toxicas mareas
Aguanieve en el cielo
Y ríos aun rugiendo-
¡Adonde van?
-A terminar con mí sueño-

III
Glorioso atardecer, tormentoso amanecer, una sucesión de luces e infinitos que aclarado van deslavando la escénica de un sueño inherente a mi condición inhumana; deseo y desdicha en una fundición de hierro, estaño y cobre, donde los gusanos palpitan entre los muros de mis vicios. Siento los herrumbrosos grilletes de la realidad esgrimida por Euclides cerrarse primero, para después exhalar y derrumbarse en un alud de fantásticos delirios, de multicolores formas, de cuerpos de infinitas y perfectas aristas, que al desvanecerse me van dejando veladuras, sobras, rincones de espesa materia, una red negra, viscosa: todo esto es, el artificio de la muerte.

¿Cual será la verdad?

Ya la gravedad se aleja dejando solo la traquea de un delfín negro…

…¡la fiebre, la fiebre!...

IV
Estaba fría madre forjada de plata y estaño, llorando ante la visión del suplicio, del tormento y de la crueldad humana; ante esto, solo una lágrima derramo, y a esta triste gota de rocío divino se le dio nombre: Piedad.

V

La hojarasca seca y muerta que piso ahora, son los restos de existencias tardías, inconclusas e inútiles:

podría ser de la tuya...
quizás también de la mía…

Negros ojos de ratas;
La parsimonia es tan común estos días, la belleza es tan escasa, la ignominia; generalizada
Un canuto para muchos es la respuesta, para otros un gran vaso repleto, para mi su asesinato.

Un ruego que se funde en el cerebro de mi otrora raza
La hojas van cayendo entonces, y en el aire van danzando al compás de tus suplicas y de mi risa. Un camino infinito se muestra ante nuestros ojos, una senda roja y ocre, en la que el viento transita entre los robles azules de las enajenadas almas

Y noto entonces, que son negras mis huellas, como la sombra que nos sigue

las hojas siguen cayendo…

Una menuda y bella joven una vez me dijo -¿que sientes?- si no se lo hubiese dicho, ella aun seguiría riendo, ahora solo es un triste recuero, una sanguijuela que se adhiere a mis suspiros…

…tristes son los recovecos de un suspiro, y funestas sus divagaciones…

-¿Que un suspiro?-

Negras risas de ratas

Los guturales cánticos de mis musas, la chispeante verdad que yace tras nuestros símbolos

Recuerdo que una vez fotografiaste a las Gorgonas que nos miraban a los ojos y pintaste la risa de la demencia

Sollozos…

Suspiros …

Los suspiros son los senos que dibujaron mis manos,
los senos que desdibujaron mis labios.

Las hojas siguen cayendo…

Y fumaste mil canutos,
pero no fumaste mis cánticos

las hojas siguen cayendo, con la risa, el suspiro y la belleza de un asesinato

…de tu asesinato.

Una hoja solitaria que aun se desliza hacia el infinito.

Un crimen que mis manos quisieron repetir, y que mis ojos quisieron recordar, tu sexo quise renovar, solo para de nuevo saborear tus dulces frutos.
Mas tu seca carne ya solo era banquete para los gusanos, me fue negada, pues a mis hermanos no me permito quitarles su justa inmundicia, Así que solo tome para mi un trozo de tu velo el que bañe con la luz de plata y la sangre que aun te quedaba, con ello forme un pálido recinto de suspiros.
Un crimen por el que un cuervo dijo considerarme un igual

A pesar de ello, el viejo sepulturero que me encontró dormido a un lado de tus restos me llamo inhumano…

¡Curioso adjetivo!; ya que a veces se le puede culpar a uno de parecer inhumano, pero jamás he escuchado de alguien que fuese culpado de parecer humano…

¿Porque?, Por que de ser así, todos serian declarados inocentes

Nadie es humano, solo algunos llegaran a ser casi humanos

Yo no llegare a ser de ellos; tampoco es mi intención el serlo

…y sin embargo siguen llamándose a si mismos humanos

¿Acaso no son ciegos?

Nos hemos exiliado de la eternidad y los que no solo están ciegos, si no también mudos, han creado mentiras de duales para ocultar su fracaso eso es la religión, una mentira para ocultar un fracaso.

¡por que se sienten incompletos!

Porque en verdad están incompletos, más aun, están solos,
Solo que no saben que en esa soledad esta su poder y un regalo, tontos, sordos, desperdicios de un sueño olvidado hace ya mucho tiempo…

¡Las hojas seguirán cayendo!

VI

A mi siniestra, una luna color amarillo muerte se alza sobre las negras montañas, su semblante es idéntico a un ojo dominado por la furia, su mirada me resulta insoportable, pero a la vez es como si me llamara…
…un mensaje parece suspirar…

La dama de la melancolía mengua, poderosa es su presencia, innegable regalo, un odio sin igual parece proclamar.
¿Por que me miras así madre?, ¿que reproche podrías tener tu hacia mi?
¿Acaso no sabes cuantas veces he reprimido el deseo homicida que mis manos febriles experimentan ante mis semejantes?, ¿acaso no sabes cuantos se han salvado solo por la imperiosa necesidad de tu consuelo?
¿Qué me puedes reclamar tu a mi?, después de todo somos lo mismo, somos iguales.

Tu te ocultas, cuando yo menguo,
Tu te muestras, cuando yo proclamo mis blasfemas estrofas
Ambos somos sombras que se alzan ardiendo en el negro infinito.

Tu eres una estela, yo soy tu promesa

Esperanza te llaman algunos

¡Ingenuos!

Tu eres la divina desesperanza, la muestra palpable del exilio
y yo seré lo que cause esa desesperanza en sus comprimidos corazones

Sin embargo eres la única dadiva, entre la negrura absoluta de la noche de estrellas muertas que es la locura, aun después de que la negrura de dios se muestre, aun después del fin, aun entonces quedaras sumergida en el éter contemplando el momento del Dragón: ¡Entonces en verdad serás esperanza!

¿Cuál es tu mensaje?...

VII

Torpe Humanidad
de inertes tropas,
de putrefactas aspiraciones.

Torpe Humanidad
de estúpidas añoranzas,
de cruentas hipocresías.

Tope Humanidad
de infinitas mentiras
de profundas lamentaciones.

¡Tan pequeña y tan necia!

El llamado…

Desdoblado queda el vació
Hediendo su condena
La primera promesa

-¡Todo habrá de regresar a mi!

¡Por que todo lo que tiene un principio
habrá de tener también su fin, y este será en mi,
escuchad mi llamado mi condena
mi promesa
la promesa del retorno y el descanso eterno!

¡Oh!, ese negro misterio
Que nos engulle de a poco
desde que lloramos al respirarjavascript:void(0)
el aire fuera de la matriz primordial

Protégete de ignorarlo

¡Y acepta mi regalo!

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Intento Fallido de Sinalefa III (Escopulosa)

¿Dónde estará el antiguo oro dónde te encuentras pequeño demonio?
¿Qué te has hecho estúpido
crees que el bosque esconde secretos?
¡Como si fuera una inocente esclaviza
rodeado incontenible en el asiento?
¡Crees que la cúpula es el tanto deseo!
Lloviendo, escabulliste en su cariño
y me miraste en el instante
¿qué pedías, un cálido ósculo?¿qué pedías, el eterno recuerdo?
¡el olvido es lo que necesitamos!
¿Cómo esclarecer el viejo mundo
cuando usted es víctima de su karma?
Olvidar es mejor,
recordarlo es insano.



(acontecimiento real,
en tiempo oriental
cardenal, simplemente extranjero
del ajeno).

Intento Fallido de Sinalefa II

¿A dónde irás alcoholizado en los verdugos
a dónde irás sin capazonada asoleada?
Donde iremos no existe el ocultismo
ni ideáticas observaciones solamente es la mitad del pájaro
la ave y el estrechamiento de la glándula
adonde iremos es únicamente el vacío cervantino...y es donde seguiré.

Intento fallido de Sinalefa

Santos exilios condensados en óvaleado estambre
nunca avisar,nunca cabalgar entre surcos de Indonesia
¿cómo sabré si soy la amante del hechiceroo la caudilla del majestuoso andante?
Solamente soy la mitad del hueso,inquieto, un poco estresado
solamente diré que me encuentro
entre dos sinalefas...

domingo, 9 de noviembre de 2008

Prueba de Sinalefas Infantiles

Allí estás pequeña criatura extraña
tendido en el suelo y cantando al baúl
¿no te da miedo ensuciar tus dedos?
allí juegas sin intuición de los sueños
mas intelecual con la suculentosa historia de amor
¿mami dónde estás?
hace frío en este invierno de verano
donde estamos, donde encontramos el Sol

¿mami dónde estás?
Que el baúl me ataca, y el guerrero jaguar me mira
hacer lo que el mal hace, no tengo estreses
solamente los miedos de cometer los mismos

¿mami dónde estás?
cuando hace lluvia, lloras por la soledad en la que crecimos
y no me das el desierto
por creer que soy tan insignificante

"pero tú que sabrás de los problemas,
solamente juegas a ser troyano
a veces a estrangular los suelos inquietos"

¿mami dónde estás?
adonde vayamos nunca ocultas tu alivio
dime dónde caminaremos esta noche

cuanto es mi silencio
tú sonríes
me encanta cuando me abrazas
y entretienes mis nudillos con tus cuentos

¿mami dónde estás?
que esas lágrimas de Babilonia murieron hace un siglo
...
allí estamos mami
... donde estás.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Memorándum.

I

Pardos escultores de marfil
revuelcan el alambre negro
que ata el estallido en tijuana
y en otras latitudes.

Las visperas hidráulicas
forman hileras de rameras
buscando centavos
y piedras celestes.

Escultores pardos
musas maquilladas
y el centro de atencion
será la fortuna.

Para todas aquellas
multitudes árabes que no comprendan
el estado pardo.

II

No existen las paces celestes
por donde quiera que pasen las orcas
el mundo está hundido
en penas y en glorias.

Y el absurdo coliseo
de peste y rosas japonesas
entrega la total conciencia
a los musulmánes benedíctos.

No seas hipócrita mujer!
resbalas al primer tacto
con el fuego y la mano
del primer vagabundo.

No sabes de comer
ni de estrategias miserables
sólo de fuertes hipnosis
que no sirven de nada.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Aorta.

Diste el numero exacto de puñaladas certeras a mi aorta.
una aorta remota en tus cabellos litigantes de mayo.
estoy acostumbrado a tus putas risas de cordera instituida.

Pastura del inconsciente manejo de las tiranìas.

30 mil caballos en la carne,
la carne recupera su sangre.
Tiembla la tierra pagàna,
la voz del eco rural , curanderìsmos opàcos
dentro del filo animal.

Campesino, mito y memoria,
el coraje del aludido experto.
A-guar-den-to-so suspiro cardinal,
pone fin al sol marginado, el marginado,
el mundo marginado!!.

La raìz, pies de piedra salada,
erupciòn contingente
de la serpiente emparentada.

Filantròpico balanceo
de las pèrdidas,
ovaladas rocas...

Gitanas caravanas,
arder la tùnica en medio del desierto.
Y la apocalìptica mordedura del cangrejo,
es el aullido de la iguana peruana...

sin titulo

Sin titulo

Tarde de un vino seco que resbala en adelitas cósmicas
Lamentos presurosos de Dionisio y las mil musas que vueltas putas
Se arrastran sedientas, del incestuoso vid que provoca sensaciones
Ho grandiosa Gomorra, Ho portento de placeres exactos

Ven tu, conmigo se uno eternizados en el gabazo etéreo
Del sitio espectral vehemente y tibio cual el útero maternal

martes, 4 de noviembre de 2008

Narcolepsia II

Mi sueño se amortaja con una neblina roja, roja como mi sangre, roja como el ardor de las llamas; Llamas de sangre que cantando arden y que cuando se van solo dejan cenizas negras como la muerte, negras como mi alma.

Rojas almas de negra condena, pasión negra, pasión roja de tanta carne ¡oh miseria de la vida!

Y es que la gravedad del sueño comprime mi razón, y arroja una visión que ni la cicuta aleja de mi mente quebradiza: la danza de Kali, el girar del final que desnuda nuestras almas y desgarra la mente en la premura del olvido

¡Pero la venganza del olvido es la desolación del espíritu!

Árbol

Allí está mi árbol. No es el más grande, tampoco es del desecho de la tierra pútrida. Allí está mi árbol, comiéndose los pies de las langostas hasta secretarles el sueño infinito. Está cercano a mi estrella, a un cuarto del espejo lunar y entre las nieblas, reposa, duerme. Un hombre de ojos angustiosos y reservados dijo que sin agua no viviría, así que le mandó la lluvia de su tristeza, haciendo una cascada remolineada, una cola de serpiente, mejor de un armadillo. Entonces vi que se ahogó mi secoya, y del terror y furia, le arranqué las pupilas con mis colmillos de licántropo dormido, alcanzando el cartílago cercano de la ceja. Me tragué, admito, un poco de su leucocito, no más amargo que el mar de un hombre desnudo. Le tomé el ojo, pluralmente digo, quité la dualidad y le deseché su presente en el encierro del futuro. Huyó aterrado, no era la segunda vez que le quitaron dos pepitas de un inframundo. De esos dos ojos, le sequé las raíces a mi secoya, durmiendo en un cuento sin fin y sin una postura ovalada de inicio. Allí está mi árbol. Mi árbol. Mi secoya.

lunes, 3 de noviembre de 2008

irredento finito, soluble.

Bailar con Shiva es difícil, un tanto delicado; sus brazos se remolinan constantemente, alguno lleva un sable, otro la caracola y uno más el incienso que nos habrá de devorar alguna ves. Das un paso al frente, y dos atrás, bajas la cabeza y esquivas el sablazo, soplas la concha e invocas el tiempo. Sus piernas matizadas esconden sólo el más puro cósmico secreto, y en su sempiterna mirada lo ves, indetenible, irrevocable: un tempestuoso meteoro de consecuencias inequívocas, un sustrato final de una sentencia pautada. Felizmente lo aceptas, la tomas de dos brazos, le haces el amor en una armonía de dolores cuspidos, secas sus lágrimas pues ella así lo quiso, y cuando todo el cristal termina de sesgarse, y el placer se desbanda graznando cenizos valles de acuarela muerta; lo asientes, lo permites y comienza. Mas en tu espalda no pesa, y así empieza su baile, y el caos que le sigue, humaradas equidistantes sumiéndolos en la espesura, ven, ven y baila con Shiva... Ahora toma tu máscara y se una con Kali, y en la época de la oscura alegría, baila, baila con Shiva.

domingo, 2 de noviembre de 2008

El velo de Astaroth

Con los ojos perdidos bruscamente en la inocencia, mientras etéreos ejércitos desgarran el firmamento en incólumes bandadas de placer, sacrilegios fugaces que se escapan por sobre el rabillo de la ciega mirada, tentando el corazón, llevándolo hacia el vacío, dentro de un erótico vendaval de cósmicos destellos, donde la diestra Astarthe se funde repelida por el mundo, donde viaja con la fuerza de los huracanes, avasallando con una plena gravedad de misterios nebulosos, de sueños rotos que exhuman su sabia, planificando la grandeza eterna del perfecto momento, dejando un sabor quinestesico inolvidable, tallado impetuosamente en el inmemorial recuerdo encerrado en el vacío, llegando a tocar atmósferas placenteras de un visual desgajamiento, donde los bólidos se destrozan con su fuerza chocando, convirtiéndose en pinceladas carmesí, solo tenues vestigios de la senda que alguna ves recorrí.