jueves, 23 de septiembre de 2010

El extraviado libro minimal de una conquistadora.

Mi espíritu es un Lecumberri para tu espíritu. Western. Lúz para Morricone. Filosofía boreal de carácter glaciar. "In Blues we trust". Mundo irredento. Vino para mi marginación. Goddess have mercy. Outsider y maldito. Redime mis pecados. Destello de luna árabe. Entra a mi jauría. Siddhartha. Solémne decálogo que marchitas mi catástrofe. La noche dispersa en el ecuador de tus caderas. Rendición. Escudriño tus naves conquistadoras. Edén. Haz de mi un Derviche. Kurdo o lánguido. Dionisiáca mujer que bajaste de la estratósfera del Om y retaste a muerte a los poetas.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Exánime

Exánime

El viento parece evadirlo, el cielo le voltea una cara gris, y las miradas se desvían como si la luz no pudiera penetrar su oscuro semblante, tiene el seño fruncido, desgastado por el ir de los inviernos, sus atavíos melancólicos solo lo hacen perderse entre el bullicio citadino, sus ojos, que como cuencas semivacías atisban el horizonte, extraviados, perdidos en un secreto inconfesable. Las paredes lo regurgitan, su cuerpo se arrebata flagelado no por la ira del acero, si no por la indiferencia del sopor, su piel yerta se extiende sobre sus huesos, es un cadáver que deambula, que solloza sin sonido alguno la pérdida de sus entrañas. El vaivén de pululantes peatones, lo evita, lo ven moverse pero saben que es un muerto trotamundo, un aberrante despojo, gris lamento, memento del pasado, un manojo de cabellos desalineados, un otrora hombre que ha presenciado el momento en que su anima ha decidido abandonarle, dejándolo sin nada que vender a Satanás.

Confinado al averno exitencial de su memoria, a la dantesca sentencia autoproclamada, Un triste pseudo fausto que fatuo se encamina a su martirio...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vorágine

Y tantas ballenas noruegas a la distancia
la verde tundra esbozó una tempestad paralela.

El más absurdo teatro se infestó de lunáticas familias albinas y risas escuetas.

El carmín de su aroma reclamó al mundo con desdén.

Exigió de mis adentros un tanka y un haikú.

Y si alguna vez regresara a la tierra juré crearle una mezquita entera de literatura.

Mi literatura que cabalga sola en las agresivas olas del universo y en las páginas eternas del alcohol, en las notas de Chopin y en las noctámbulas alas de su vientre.

Si esta noche no me abate el desierto de Caín, la luna se verá avante.

Despertará con estrépito y a modo de culto ofrecerá su luz a tus fervientes noches de expedición cósmica.

domingo, 12 de septiembre de 2010

General Urrutia I

General Urrutia

/preludio/

Repentinamente sonó la canción que no esperaba, dejo las llaves en la mesa, y se detuvo un poco a escucharla, su juventud se revolvía en un vaivén psicodélico, que le impedía destrabar su cuerpo, las correrías en las calles, cerveza y zorras baratas, le roían los labios, como recordándole lo sagaz que fue, esa misma canción, le había valido tantas noches de juerga, de represalias samaritanas que lo encapsulaban en la escoria social, el bullicio del estribillo le llevo a tocarse las cicatrices de la cara, y los nudillos se regocijan de recordar, la cantidad de dientes , de bastantes pendejazos que los reclamaban, pero nada comparado al coro, ese que sabía de memoria, y que su cuerpo fantasioso le pedía cantar, primero comenzó lento, como aquella vez que se tiro a Susana en la parte trasera del bus, pero luego canto a viva voz, fundiendo su recuerdo, mientras vapuleaba al pobre chico judío en el barrio de sus abuelos, -ah hermosa juventud le decía la sangre reseca de sus venas-. Se quito el abrigo fino que le arropaba, y se desabotono dos ojales en la camisa, fue directo a su mini bar, y sirvió el conagc, de noventa dólares la copa, se sentía realizado, esa canción le devolvía lo jueputa a la carne, sus dientes apertrechados en oro, hacían el juego perfecto con sus vasos de elegante cristal, y la charola de plata donde el alcohol reposaba, le brindaba un aire jubiloso al maltrecho anciano. La peculiar canción llegaba a su parte culminante, el viejo caminó hacia la estantería de jamás leídos libros, y tomo los habanos, aquellos que había quitado a un viejo revolucionario cuando entro a robar a su casa, esos viejos tiempos no volverán; se pasaba por la cabeza, abrió la caja de habanos, y dentro había algo que le regreso una sonrisa casi infantil, un habano y un pequeño revolver, -Con eso no mataras a nadie le decía un joven en su cabeza- Oh pero este se equivocaba, este cabron ya había trepanado unos cuantos necios con esa Insulza chinampina. Rebano el habano con su cortadora de oro, saco los cerillos de su bolsa, y lo prendió fugazmente, el sabor era asqueroso, nunca le gustaron esas porquerías, solía fumarlos con sus camaradas políticos, y una que otra puta de los arrabales, lo dejo a un lado, la canción ahora disminuía de tono, la voz roncosa de lija iba lentamente apagándose en una fatua melodía disonante, el decrepito tomo el revólver, lo acomodo en la sien y jaló el gatillo, el golpeteo del martillo, le quedo tan grabado en la memoria, que al momento de despertar cuadripléjico en la cama del hospital, maldijo a todo el universo, con esos ojos de serpiente que aun le centellan en las cuencas.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Divina inspiración (a la moza musa mía)

Divina inspiración (a la moza musa mía)

Saeta cósmica que surcas la bóveda de mis lamentos, Sagita exánime que forzáis mi pecho a sangrar copiosamente.

Mirada escarlata que desnuda mi tormento, felicidad tallada en piel, en caderas rebosantes de enérgica alegría.

Taciturna ninfa, que cual aurora te apeteces apareciendo en mi mancillada vida, dándole un fuego descomunal, ya encendida, ya en el vacio hundida.

Musa infinita de belleza sempiterna, donde Apolo deleitante deja bañar sus hazes, sobre tus áureos rizos fugaces.

Moza de exorbitante candor, latino es tu cuerpo y sabor, danzante tu vientre a placer, baila a los dioses y dejadlos extasiados a través de mis conspicuas grafías.

Llévate mi sin sentido en tus brazos, tomad mi amedrentado intelecto, y sacrifícalo a tu poder, regente de mi luna extinta, duquesa del suspiro mío anhelo, húmeda Venus de mi sueño arrebatado, permíteme consagrarte a ti esta noche, humilde, boyante entre tus labios, entre el deleite carmesí que tu boca recelosa ofrece, dejad que Prometeo obsequie ya su fuego, que yo me quedo con el candor ardiente de tu pecho.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Tlaltecuhtli

Lamento de las noches serpientes de tus noches obsidianas, torrentes de luz inundan tu danza mítica que atraviesa el eco de la aurora.

Infinitos desiertos de jade brillan a la sombra de la iguana celeste, ritos de madrugada sobre peyote marino embellécen la catársis de tu música.

De noche las estrellas retumban una a una, el cadáver de la galaxia viaja a Mictlán.

Invocas el ojo desnudo del quetzal humano y saltas de éste mundo a otro, revuelas e incendias las conciencias mortales que vagos fenecen ante ti.

Y asi la furia del viento se llena de vida al poseer los plumajes de tu espíritu de diosa.