lunes, 26 de diciembre de 2011

Adiós a la gran Neo-Tenochtitlán

Adiós a la gran Neo-Tenochtitlán


Orbe consagrada en asfalto y fuerte el concreto de tu vientre, las entrañas pétreas de la allende gran Tenochtitlán, dejarte es una noche triste siempre al corazón, dejar mi tesoro de encontrarte para regresar, ¿nos encontraremos de nuevo monstruo cosmopolita?

Debatirse con la mirada buscando un horizonte que se pierde entre tus amplias calzadas, Y la vetusta disposición de tus múltiples iglesias, todas ellas con los muros tristes donde el tezontle se siente ajeno en el dogma de ultramar, agraciadas en un gris que no deja de recordar el sangriento nacimiento de sus orígenes, compartiendo la santa tierra, con los colosos que se alzan inconmensurables hacia el cielo, desgajando las nubes con su temple de hierro e impoluto cristal. Y por debajo en el ras de tu asfalto sucinto, la raza de cobre camina infatigable, pulula entre las ruinas de su gran ciudad y la moderna feroz aglomeración que devora el pasado, lenta e inexorablemente.

Adiós sea esta mi noche triste, llevarme conmigo el pulque de tus tantas laboriosas y generosas manos, el calor de tu cobriza raza que se debate en el monzón de hierros sobre cauchos, que arremete su carne en los vagones que se extienden enmarañados en su viaje al inframundo, logrando burlar el no regreso, para salir de nuevo junto a Tonatiuh, hasta que este se fatigue de brillar.

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