lunes, 21 de noviembre de 2011

Lázaro

Lázaro

Ahí despojado de humanidad, boca sin reino, y esperanza nulificada.

Ahí sin atavíos ni carne al hueso, bella su desnudez.

Ahí donde el verbo aun no existe para describir, la verdad irrevocable.

Ahí ensañamiento turbio, te arremolinas bajo la caballera de carmín.

Es cuando entona, las partículas se unen sin miramientos, se apelmazan, amontonándose en armonía, amalgamadas; vienes tú; verbo celeste, con tu sentencia irónica llenas cada uno y todos, mas ningún recoveco se escapa de ti, de tu imperez que ahora socaba la nada del allende.

Lázaro levántate y anda.

Arrebatado del descanso puro y solemne de los muertos, ya el peso de la piel y el cansancio del musculo arremeten una vez más el ímpetu del mortal, bajo una bóveda abrasadora, aquella donde los astros nunca duermen, en cual al día el desierto se inflama bajo la inexorable guardia del incandescente sol, uno que al refugio de la noche se fragmenta en gélidos flagelos, bienaventurada sea tu marcha, de vuelta en penurias y la idolatría de los perversos, anda numen Lázaro, avío puro de su fe.

No hay comentarios: