domingo, 30 de octubre de 2011

Parajes cotidianos de la alquimia celeste.

La alquimista.

Todo síntoma soez que se escapa inválido a la sorna de los albas es una apología verbenal que atisba suspicacias cataclísmicas y magistralmente redentoras.

Síntoma elocuente de marfil e incienso, da fulgor a este tedio de supuesta quietud ambivalente y muestra al coral araucano la sábila contemporánea que guarda cual musa.

Espesa de negra zalamería invariable calla los abruptos parajes imperiales que atestan de humo lila las llanas danzas de un universo incandescente.

Densa aguarda al paraíso.

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