lunes, 4 de abril de 2011

Kerouac.

La infinitesimal pereza que alberga la inmunda seriedad de la inútil ausencia de los rostros perenes, es el agravio tentador que aísla en conjunto a las decenas de pecados inmaculados de la mortal vivencia que significa la rueda humana. Es también la desintoxicación moribunda del caos ecléctico, de los mundos herméticos, de la razón ambigua. Fuera de eso, la belleza es tan solo la letal maquiladora de cosmogonías, la autora intelectual de asesinatos fortuitos. ¡Alto! La nostalgia es un recuerdo inmemorial que no pretendo olvidar.

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