Una sílaba se construye, el cuento divino se escribirá otra vez. Un mar, quiero ver el mar.
Si fuera una paloma, me dejaría tomar de los brazos de un águila, aunque sea fría como el pasado inhumano. Un mar. Quiero ver el mar.
Deshazte de los espirales que evitan los pasos. Confía, déjame. Hay un cielo entre dos piernas, y tu mano es más rápida que el ojo de Dios. Deseas llevarme a tu mundo, yo… únicamente quiero ver el mar. ¿Nunca lo has visto con esta mujer de nieve? Quién lo diría. Existe el frío, y no soy la primera en quejarse. Despunta. Toma mi espalda. ¿Enurta,[1] me dejarás como cada luna? Vete a pelear entonces. ¿Quieres llevarme guía maldita de las armas? Yo quiero ver el mar. También quiero verte.
Un blanco en el cielo se disfraza en un egipcio
¿A dónde desea llevarnos?
Quiero danzar esta noche contigo
Hace años que no estamos juntos, Enurta.
¿Dejarás a tu Anat[2], a cambio de goce personal?
¿A dónde irás a pelear?
¿Dónde irán las reinas de hielo
Cuando el Sol es la tiranía del devenir?
¿Dónde dejaste la piedra solar,
Dónde quedó el egipcio que sacrificaríamos
A cambio de comer nuevamente a la Luna?
Enurta, escucha lo que te suplico. Poséeme, diles a los Utukki[3] que se vayan al demonio. Hazte de esta fertilidad lo que los destellos de septiembre desearan concebir de los martes febrerianos. Con el danzón que nos inventamos podemos causar celos a los suelos de Roma. Mesopotamia nos quiere. Yo te quiero. ¿Y te irás de todos modos, irás por la guerra? Eres cínico. ¿No ves que nos conocimos en una batalla universal? Vamos, muévete, de la frontal hacia la cintura, sin acentos, sin sinalefas que eviten constelaciones. Detén el coagulo de las heladas cicatrices y creamos un tatuaje, la huella que inventará un nuevo pueblo. ¿Quieres hacerlo conmigo? Hace frío, cobíjame.
**
Lárgate. Contábamos las estrellas. Ya no te encuentras en esta cueva donde me evoco al pasado. ¡Lárgate espectro del inframundo! No debes recordarme que tengo una espada. ¿Para qué regresas si ya no eres parte de esta aurora, a dónde quieres llegar, cuando nunca quisiste estar a mi lado? Ya te moriste en tu guerra, y yo gané la partida anterior. Me dejaste el sueño dorado en mi ombligo ¿Qué no pensaste, antes de morir, protegerme de las afueras invernales? Púdrete, muérete las veces que sean necesarias. Muérete. ¿Quieres ver la nada? Me preguntaste. Yo no quiero verte en el espiral negruzco. En el nuevo ciclo de la cuarta reencarnación está un mar. Quiero ver el mar.
Si fuera una paloma, me dejaría tomar de los brazos de un águila, aunque sea fría como el pasado inhumano. Un mar. Quiero ver el mar.
Deshazte de los espirales que evitan los pasos. Confía, déjame. Hay un cielo entre dos piernas, y tu mano es más rápida que el ojo de Dios. Deseas llevarme a tu mundo, yo… únicamente quiero ver el mar. ¿Nunca lo has visto con esta mujer de nieve? Quién lo diría. Existe el frío, y no soy la primera en quejarse. Despunta. Toma mi espalda. ¿Enurta,[1] me dejarás como cada luna? Vete a pelear entonces. ¿Quieres llevarme guía maldita de las armas? Yo quiero ver el mar. También quiero verte.
Un blanco en el cielo se disfraza en un egipcio
¿A dónde desea llevarnos?
Quiero danzar esta noche contigo
Hace años que no estamos juntos, Enurta.
¿Dejarás a tu Anat[2], a cambio de goce personal?
¿A dónde irás a pelear?
¿Dónde irán las reinas de hielo
Cuando el Sol es la tiranía del devenir?
¿Dónde dejaste la piedra solar,
Dónde quedó el egipcio que sacrificaríamos
A cambio de comer nuevamente a la Luna?
Enurta, escucha lo que te suplico. Poséeme, diles a los Utukki[3] que se vayan al demonio. Hazte de esta fertilidad lo que los destellos de septiembre desearan concebir de los martes febrerianos. Con el danzón que nos inventamos podemos causar celos a los suelos de Roma. Mesopotamia nos quiere. Yo te quiero. ¿Y te irás de todos modos, irás por la guerra? Eres cínico. ¿No ves que nos conocimos en una batalla universal? Vamos, muévete, de la frontal hacia la cintura, sin acentos, sin sinalefas que eviten constelaciones. Detén el coagulo de las heladas cicatrices y creamos un tatuaje, la huella que inventará un nuevo pueblo. ¿Quieres hacerlo conmigo? Hace frío, cobíjame.
**
Lárgate. Contábamos las estrellas. Ya no te encuentras en esta cueva donde me evoco al pasado. ¡Lárgate espectro del inframundo! No debes recordarme que tengo una espada. ¿Para qué regresas si ya no eres parte de esta aurora, a dónde quieres llegar, cuando nunca quisiste estar a mi lado? Ya te moriste en tu guerra, y yo gané la partida anterior. Me dejaste el sueño dorado en mi ombligo ¿Qué no pensaste, antes de morir, protegerme de las afueras invernales? Púdrete, muérete las veces que sean necesarias. Muérete. ¿Quieres ver la nada? Me preguntaste. Yo no quiero verte en el espiral negruzco. En el nuevo ciclo de la cuarta reencarnación está un mar. Quiero ver el mar.
[1] Enurta, Dios de la guerra. Mitología Mesopotámica.
[2] Anat. Diosa de la fertilidad y la guerra. Mitología Mesopotámica.
[3] Utukki. Demonios del infierno. Mitología Mesopotámica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario