viernes, 17 de octubre de 2008

Las variantes de la Bestia

Prologo

Fue hace muchas lunas que quise penetrar en la mascara de la falsedad, y no la soporte, quise esconderme como el resto, y no pude; ni siquiera me fue licito el evadirme como lo hacen el resto de mis congéneres.
Para ese tiempo, mi mente ya lanzaba sus horrendas visiones, y mis manos ya contenían la furia de un condenado; Pero fue a orillas del mar, al ver el sol morir en unas aguas funestamente moradas, que comprendí la ruinosa desolación que habitaba en lo profundo no solo del mundo, sino también dentro del rumor de mi piel marchita.

Así que desde entonces mis pasos me llevaron por las sendas de las sombras y de los profetas olvidados, había escuchado y había aprendido, sin embargo, me sentía igual, una ruinosa isla, una sombra encadenada, era nada…
Así que a la siguiente mujer que ame, la lleve hasta un desolado desierto, donde le arranque el corazón, y de esa dulce esfera de sangre se elevo un portentoso aroma; Como si de un milenario incienso se tratara, lo use para un canto, que conjuró el violeta de miles de nubes furiosas. Después de elevar un canto lleno de ira y rencor, lancé la otrora bomba vital, que al llegar al cenit de la hipérbola que trazo, por un rayo carmesí fue consumida, mi reto y mi sacrificio habían sido aceptados...

Y donde el rayo se había estrellado, ahora yacía una esfera, negra, pequeña cual una gema, uno de sus lados era filoso como si de obsidiana se tratara, mire al cielo, las nubes se habían dispersado. Entone un último canto…

Así que a esta gema del callado desierto le adopte como mi estrella, y de ella extraje infinitos recuerdos.


La luz de muchas velas se ha extinguido desde entonces, miles de caminos eh recorrido, y todos ellos a la locura me han dirigido.
Hoy, bajo el cielo de una ciudad de torres enfermizas, conocí a una sibila enviciada de voluptuosas necesidades, la satisfage acto seguido, me despedí con un trémulo beso antes de romper su divino cráneo con la negra gema, pues a esta dama condenada usare como estela; Lo que mis ojos han callado, lo que mis manos han olvidado, lo que mi alma reclama, le será no solo suyo…

Aquí algunas de las pesadillas que laceran mi espalda, ellas hablan de mi, pero también de lo que será...

¡Porque yo soy el verbo de la muerte!












Preludio

De cómo la humanidad se pudre ya, de cómo la raza que me exilia se atormentara a si misma, de cómo es que esta rayente existencia habrá de terminar, no bajo la espada, no con una explosión, ni con temblor del alma si no por el error y el azar; y de cómo ese azar será Destino, de eso y mucho mas grabare punzantes y rojos signos en la tierna piel de mi víctima.

En la risa melancólica del mar, en el andar del viento, en la paciencia de las rocas y en la furia de la niebla los escucho: clamores, incontables lamentos.

Cuando las muertas estrellas caigan bajo el peso de las edades y la putrefacta aspiración del gusano fermente la percepción de los durmientes, lo sabréis, es verdad lo que mi mano sujeta. Recordad mis palabras, ellas serán mis guardias en la prisión de hielo y fuego que me espera, mas no será por mucho tiempo, la fuerza que profanare en este plano prevalecerá más allá de la eternidad, los signos arderán, las imágenes se consumirán y la substancia se revelará…

Mas la mente tiembla ante el contacto de las negras manos de la demencia…

Resulta cruento recordar el por qué, el como y el para que del trazar estas palabras ambiguas, sin embargo, algo flexiona los tendones de esta débil mano y hace que esta febril mente excrete tan extrañas imágenes en una sopa onírica que convulsionó hasta derramarse en el llanto de lo hundido y en la risa del que todo lo ha perdido.

Esta guisa de registro de los tormentos que ennegrecen lo que aún me queda de sonrisa, habré de terminarlo pronto, pues ya la noche reclama lo suyo, vomitaré ideas y lutos, temiendo que el clasificar y registrar las pulsantes manifestaciones de la locura sea un acto de locura por si mismo, tiemblo al seguir con esto, pero seguiré y seguiré hasta obtener un testamento, un miserable asidero al cual contraerme hasta que la burbujeante marea traiga tras de si una corriente ante la cual mi mente no pueda ya seguir a flote…

Así que mi mano se prepara y mis enrojecidos ojos delinean ya lo que será una elegía a lo que los antiguos llamaron Bestia. La Bestia no es un dios, ni un enemigo, ni es un maldito; no soy yo y no eres tú, ni ningún otro, la Bestia somos todos, cuando nos llega la hora de peor desdicha y de mayor liberación, cuando el velo celeste de la dulzura y la cordura nos abandona y reclamamos el manto purpúreo de la barbarie y la sinrazón, el momento en que nuestras sombras crecen mas grandes que nuestro corazón cuando funestas memorias se apoderan de la faz de la Tierra. Pero al igual que un prisma, este ser, esta entidad acumulativa y por mucho destructiva, tiene muchas facetas, y en una sola persona, las aristas de este prisma negro proyectan delirios, visiones y tormentos; la suma de estos es la locura, mi Bestia y eh aquí a sus variantes.

Ecce Homo!




Primera Visión

I

El sol negro emergerá de las profundas sombras del abismo perpetuo, arderá la Tierra, habrá de ser fin y será principio. La indiferencia nos ha condenado, nos ha maldecido, dormidos caeremos al pozo del oscuro universo oblicuo, perdido ¡Perpetuo!

El sol negro se levantara y su resplandor vacuo y oscuro se extenderá por los cuatro rincones; y la negrura del alma humana se revelara, el hombre habrá de verse al fin ante el espejo de Tezcatlipoca; se enfrentara a si mismo; Cruel partida, amarga tortura, dolorosa revelación.

El sol negro nos conducirá a la verdad; la cara de Isis develaras, a Lilith amaras y cuando un sin fin de dioses muestren sus simientes veras en sus manos, ríos, mares y océanos de sangre pagana añorante de justa venganza.

El sol negro muestra las llagas, la pus y la fiebre; que entregan locaciones de gemas, oro y plata, arpías que cantan al triste Dios que se lamenta; el Sol negro anuncia una nueva estirpe inmortal, Y será su gloria el sacrificio de los durmientes expectantes, los dioses verán a sus juguetes y siervos alzarse, cuando las sirenas se escondan en lo profundo de la tierra, donde la marca de Cain se mostrara para grabarse en la frente de su raza, que habrá de alzarse, cuando el sol negro regrese…

II

…Y la gran puta nos dará a beber de su robusta leche y nosotros le proporcionaremos nuestra sangre, nuestra carne y nuestro credo.
…pues será la hora.
Ya la arena se ha consumido, el vino se vierte sobre las sombras de realidades convexas, abre los ciegos ojos, y las mentes de los que quedaron enmudecidos; Sacrificios que no fueron hechos y visiones de tormento eterno; Eterno como el resplandor de la inocencia violada por un torturador recuerdo de negaciones y convexas vicisitudes de los encuentros y reencuentros con el azar… ¡Su hiel derrama vuestra miel!
¡Venid!
Venid mi hermano: ¡Venid!
Venid y sed testigo, sed participe de la negra ceremonia, de la cruenta pasión de los velos rojos, neblina negra y la venenosa ponzoña.
Roto esta el violín, y enmudecido el piano mira la música inconclusa y la palabra muerta, que, sangrante yace bajo mis pies.
Venid, venid y compartid las mismas sabias y mortuorias que nuestras palabras regalaran a la virtud y a la hipocresía, y a sus seguidores, les sangraremos, les comeremos y las raquíticas heces que serán, hederán hasta la eternidad y así habremos de hacer al mismo Demiurgo girara su poderosa cabeza, que por primera vez mirara hacia abajo y verá… ¡nos verá!, mas grandes que él. Mas le seremos infinitamente mas sutiles que sus miríadas de dioses, ángeles y demonios, su tez mugirá ya que el designio se habrá roto, y los esclavos de los dioses se habrán liberado, ¡si!, nos liberaremos, no por piedad ni por amor, si no por la lujuriosa sangre derramada de hermanos y hermanas y la propia… que correrá de nuestras venas rotas, ¡si!, ¡la liberación por la sangre!







III

¡Gloria y loor a la nueva raza humana!
Que no es otra que ésta
Olvidaos de vuestras almas,
¡Lanzad al viento la razón!
Abrid vuestros ojos,
liberad vuestras manos,
escuchad vuestros reclamos, vuestros lamentos,
ellos os mostraran el camino:
Locura
Locura, dichosa locura
Locura, ¡monstruosa hermosura!

Liberaos,

¡Liberaos o sed olvidados!

IV

Desde los vientos indecibles provenientes de mi propia blasfemia,
Conjuro a las Nornas para que vislumbren mi destino
y a las Parcas para que, pacientes, vigilen el hilo,
por que de amargura, delirio y sopores esta hecha mi miseria…

y desde lo profundo oigo clamantes voces, expectantes del acto.
Entonces susurro a tus oídos palabras negras y viles que dibujen
mensajes terribles y sombríos, vomitados de un infernal tracto:
que hacen mella en la realidad, que al quebrarse gorgotea… ¡escucha!

V

Ahora que la oscuridad te reclama, sientes el cristal de la locura clavándose en tu cabeza; rasgando mas y mas, separando tu mente y haciéndola suya, transportándote a un lugar, en que las formas se convierten en estelas burbujeantes en un mar de sangre, donde aves descarnadas lanzan lastimeros graznidos al humo y cenizas que frotan en un cielo de enfermas estrellas que yacen inmóviles para siempre y donde el sol a desaparecido. La razón abandona la carne, el olvido reclama a los débiles y los atrapa en este profundo pozo en que se ha convertido el mundo.

VI

En el lago infinito de fuego, yacen almas extraviadas, sumergidas en bilis y estiércol, en fango sanguinolento; ahogándose en su propia inmundicia.
Un demonio unialado grita a sus oídos palabras de odio y tortura; La mano del caído porta un látigo congelado y ardiente que ríe de placer cuando cae en las espaldas malditas.
Un dios negro insulta al cielo y la Tierra.
Un Dios fascista ignora suplicantes voces aun sinceras.
Los malditos hijos de Caín roban el legado de Set y devoran las raíces y frutos del Árbol.
Rebelión sin fin, ¡revelación!, tormento y guerra eterna. Pues la sombra del alto que olvido a sus hijos, habrá de verlos de nuevo en el fin, cuando el vacío eterno trague la mellada realidad.
¡Olvidado serás reencontrado!
¡Maldito serás redimido!
¡Justo serás juzgado!

Un ultimo sueño…

Soñé que te comía, que probaba tu nívea piel y la desgarraba como si de pan se tratara, sentí tu suave carne amareto deslizarse hasta mi cuello, arranque tu cabello y lo teñí aun más de rojo usando la dulce sangre que saque de tu pecho, lance el mechón al infinito, donde sus trazas se quedaron desde entonces.
Y soñé que tomaba tus sonrientes ojos y me los quedaba como un recuerdo de tiempos ya finitos, y a esas esferas de agua y viento les hice un convento con los huesos de las menudas manos que tantas caricias me negaron, y cuyas uñas fueron llave y candado para tan grave tesoro.
Un trono forme con tus huesos, y el trono rematado estaba con tus labios que arranque de un ultimo beso
Sobre mis hombros eche los trozos de piel tibia y una corona me forjé con los tendones de tu cuerpo.
Tu corazón lo lleve en la talega que tus pulmones hicieron y el cerebro lo tome como suculento impedimento, me alimente de tus ideas, de tus entupidas añoranzas y tus sollozos recuerdos; Y mire tu cráneo que desde alguna oscura y olvidada equina aun me sonreía…

Fin de la primera visión.

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